En julio de 1557 las relaciones entre el Imperio Español y Francia no eran muy cordiales, aunque sin guerra abierta. Ambos sospechaban del otro y se preparaban para el combate. En este contexto, desde Francia salió un mensajero con una escolta considerable camino de la corte española. No sólo llamaba la atención la compañía armada del mensajero, sino también sus vestiduras. Una túnica de terciopelo de vivo color y un sombrero un poco raro destacaban entre el resto del paisaje.
Llego a la frontera de Flandes, donde se encontraba Felipe II en aquel momento, y pidió ver a este último sin demora. ¿La excusa? Un mensaje secreto y vital que tenía orden de entregar en mano al mismísimo rey. Desarmado y sin escolta fue llevado a Bruselas, donde se encontraba el rey español, que lo estaba esperando no sin cierta curiosidad por lo estrambótico del personaje y la situación. Una vez frente al monarca, el mensajero le mostró sus respetos y le entregó un sobre enorme de fieltro, diciéndole: “leed con atención pues el contenido podría cambiar el transcurso de los acontecimientos”.
La guardia real española ordenó al mensajero a entregar el sobre con las manos desnudas, sin guantes, por temor a que este estuviera envenenado. No sería extraño y no sería la primera vez que algo así ocurría. Entregado el sobre, el francés salió de la sala hasta nueva orden.
El sobre estaba atado con un fino cordel y lacrado con un sello que Felipe II desconocía. No era el sello de la casa real francesa. Siguiendo con las precauciones, el lacre fue roto por un ayudante usando un cuchillo, por si estaba ahí el tan temido veneno. Contenía un pergamino y un segundo sobre. Al ojear el pergamino lo primero que llamó la atención del rey fue una firma: Nostradamus.
El astrologo y adivino era conocido por todos, y a pesar de estar “al servicio de Francia”, era en cierta medida respetado y temido por los rumores de sus pactos con el diablo. El documento decía que lo que se enviaba allí no era otra cosa que el horóscopo del rey de España. Sin ningún motivo a priori, sencillamente como obsequio. Este era el contenido del segundo sobre, el horóscopo del gobernante del Imperio Español, enemigo potencial de Francia.
¿Qué decía el horóscopo? ¿Aseguraba que los astros estaban en contra del rey español y que una guerra con Francia le llevaría a la ruina? ¿Vaticinaba la muerte cercana en un combate con Francia? Todo esto son especulaciones, pero serían una buena razón para el obsequio. Si Felipe II creía la predicción del horóscopo Enrique II evitaba la guerra. Y no podemos ir más allá de las especulaciones. El rey español ordenó al mensajero volver a Francia con quinientos escudos para el mago Nostradamus como agradecimiento por su obsequio. Y hecho esto, quemó el sobre sin abrirlo.
Pensaría Felipe II que mejor no leerlo, aún sabiendo las posiblemente aviesas intenciones del mago francés, porque uno no sabe hasta dónde le influyen este tipo de cosas en el ánimo y en la razón.
Fuente: Curistoria
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